La última etapa gráfica del proyecto de curso a llevar a cabo por
los estudiantes consiste en el desarrollo y formateado preciso de las
informaciones, datos y hallazgos leídos previamente en el transcurso de
la etapa anterior (protodocumentos). Los estudiantes se enfrentan a un
proceso asociado premeditadamente con la necesidad final de hacer
altamente transmisibles y explícitas sus intenciones proyectuales a
través de un formato arquitectónico y físico exportable y de gran
dimensión: una planta arquitectónica en un tamaño normalizado de doble
DIN-A0. Esta evolución final hacia una representación convencional del
objeto arquitectónico se produce de una manera acumulativa, en un
documento único que se modifica constantemente durante un mes a través
de continuos redibujados que ponen de manifiesto y escenifican todos
los acuerdos y desacuerdos extraídos de las informaciones obtenidas
anteriormente.
La condición de trabajar con un único dibujo, lejos de ser
restrictiva supone un empujón determinante para no dispersar y si
fijar, depurar, profundizar y hacer reales el inmenso magma de datos e
intuiciones de que dispone el alumno como consecuencia de todo el
proceso gráfico llevado a cabo. La necesidad de hacer altamente
transmisibles las ideas a través de convenciones y sistemas gráficos
preestablecidos, no es sino también un aspecto fundamental e inherente
dentro de la futura profesión de los alumnos, en la que sus documentos
acabarán pasando por muchas manos ajenas que deben ser igualmente
partícipes del proceso.
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