La primera fase de trabajo consiste en la elaboración de un
‘proto-documento’. Cada estudiante recibe una serie de plantas y
secciones de arquitecturas reconocibles (reconocidas por la crítica)
que toma como material para construir ese protodocumento mediante la
técnica del cortar&pegar. Cada uno de los documentos que se reciben
es una imagen matricial, y el resultado será otra imagen en mapa de
bits de tamaño predefinido (DIN-A1). De cada uno de los documentos
originales se recortan fragmentos que se ensamblan en el protodocumento
en un proceso intuitivo, veloz, desprejuiciado y despreocupado.
El protodocumento es el dibujo encargado de desencadenar el
proyecto, y puede hacerlo porque contiene en potencia toda la
información capaz de construirlo. Se trata de una imagen cargada
potencialmente de arquitectura que requiere del estudiante un proceso
de extrañamiento sobre los documentos que recibe. Debe ser capaz de, en
un primer momento, alejarse de ellos y de los significados
convencionales que transmiten para poder, a continuación, operar con
esos dibujos desencadenando el procedimiento que resultará en cada
propuesta. Las distintas informaciones acabarán dialogando entre ellas
para construir un documento único, en el que el proceso de
cortar&pegar habrá sido el encargado de hacer compatibles
informaciones que no tenían por qué serlo a priori. Un documento
construido con informaciones compatibles pero incodificadas.
Se trata, en definitiva, de un proceso guiado exclusivamente por las
afinidades que el productor establece con el material original, no hay
más contexto que el de la propia acción, tampoco existe ninguna
reflexión acerca del recorrido que esa acción pueda llegar a tener. El
protodocumento empieza y acaba en sí mismo, es un cadáver
arquitectónico hecho de retales que encuentra su validez en la cantidad
(la calidad no importa aquí) de información que sea capaz de
desprender.
Para ver más grandes las imágenes pinchar sobre ellas.